Harto de vuelos bajos, despegué. Recomponiendo el daño, me alejé y estuvo bien. Caminé, tan torpe y tan extraño, tropecé, acostumbrado al caos, disfruté, dormí sobre mis pasos y pensé que estaba bien. Mientras cargaba lo que perdí empecé a subir, empecé a mirar y sentir atrás las luces de la ciudad, y en silencio están empujandome a este lugar. Descubrí un camino lleno de colores. Esta vez, aprenderé el idioma del revés, descifraré el axioma de querer, encontraré la forma de perder y seguir bien. Cerraré, se irá desvaneciendo lo que ves para encender las luces, tocaré quemándome las manos, seguiré y estaré bien.
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Viajando del jamás al qué sé yo...
lunes, 28 de marzo de 2011
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